Anónimo
Los últimos días del sitio de Tenochtitlan
Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Hemos comido palos de colorín,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos . . .
Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban,
en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio veinte tortas de grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso,
en nada fue estimado . . .
Referencia: Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la Conquista, introd., selección y notas: Miguel León portilla, Versión de textos nahuas: Ángel Ma. Garibay, 12ª. Edición, México, UNAM, 1989, 224 pp.
Recuperado de: http://www.biblioweb.tic.unam.mx/libros/vencidos/cap15.html#2 Consultado el 26 de octubre de 2015.
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Amir Gilboa
Mi hermano volvió de la guerra
Con traje gris.
Yo temía que fuera un sueño falso
Y me puse a contar sus heridas.
Y mi hermano callaba.
Rebusqué en los bolsillos del capote
Y hallé una venda con una mancha seca.
Y, en una postal destrozada, el nombre de ella
Bajo un dibujo de amapolas.
Y mi hermano callaba.
Entonces desaté su macuto
Y saqué sus enseres: un recuerdo, luego otro.
¡bravo, hermano, mi hermano valiente,
Ya encontré tus medallas!
¡bravo, hermano, mi hermano valiente,
Cantaré con orgullo tu nombre!
Y mi hermano callaba.
Y mi hermano callaba.
Y su sangre clama desde la tierra.
Referencia: Martínez T. (2001). Antología de la poesía hebrea. Madrid: Hiperión.
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