Defensa de los derechos laborales de las mujeres: entre bodegas y outsourcing
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Este reconocimiento se ha conseguido gracias a las luchas de generaciones de mujeres. Desde el siglo XIX los movimientos de mujeres han defendido los derechos laborales. Las sufragistas y las socialistas, ya defendían que las nacidas con sexo femenino accedieran a la igualdad de condiciones laborales que el hombre.
Los primeros años del siglo XX fueron cruciales para las luchas de las mujeres. En Estados Unidos surgieron varias manifestaciones en defensa de los derechos laborales. Por mencionar algunas, en 1908 se dio una huelga de mujeres obreras de la industria textil, que pedían una mejora del salario y las condiciones de trabajo. En 1909, aproximadamente 20 mil mujeres se unieron a la huelga de camiseras exigiendo mejores condiciones laborales.
En marzo de 1911 se celebró por primera vez el Día Internacional de la mujer en algunos países europeos como Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. En mítines de más de un millón de personas se exigía el derecho al trabajo y la no discriminación laboral, entre otras legítimas peticiones.
El 25 de marzo de 1911, unos días después de aquella primera celebración, en Nueva York ocurrió el incendio de la fábrica de camisetas Triangle Shirtwaist, en donde 123 mujeres trabajadoras y 27 trabajadores, en su mayoría inmigrantes, fallecieron debido a que no pudieron escapar de la fábrica, pues estaban encerrados; así era como los patrones se aseguraban que los trabajadores cumplieran con su jornada sin acceso al descanso.
Todos los datos antes señalados los obtuve del artículo de Wikipedia.
Estos eventos y otras luchas del siglo XX llevaron a que se institucionalizara el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Como desde entonces, las movilizaciones de mujeres han defendido más derechos que los laborales; y aunque ahora hay problemas acuciantes como la violencia, la trata de blancas y los feminicidios, me gustaría enfocarme en el aspecto de la vida de las mujeres que dio origen al 8M: la mujer trabajadora.
Después del 25 de marzo de 1911 definitivamente ha habido mejoras en las condiciones laborales de las mujeres. Poco a poco se reconocen más derechos para la mujer trabajadora. Por ejemplo, en diciembre de 2018 se declaró que los empleadores de trabajadoras domésticas tenían la obligación constitucional de afiliarlas a los servicios de seguridad social. No obstante, estamos lejos de conseguir la justicia laboral para el conjunto de mujeres. En este contexto, quiero señalar algunas injusticias en el ámbito laboral mexicano.
La explotación laboral a la mujer mexicana se evidencia en todos los campos: en el trabajo doméstico, en el trabajo obrero y hasta el trabajo de profesionistas y especialistas. Cabe rememorar: en noviembre de 2010, ocho décadas después del incendio de la fábrica camisera, otras mujeres también murieron en un incendio mientras se encontraban en actividades de trabajo. El incendio ocurrió en la noche, en las bodegas de la tienda Coppel de la Ciudad de Culiacán, Sinaloa. Las trabajadoras permanecían recluidas debido a que se encontraban haciendo inventario.
Los inventarios de estas cadenas - las mujeres que hemos laborado en ellas no me dejarán mentir- no se pagan extra ni se reponen con descanso. Se hacen bajo condiciones de sumo estrés porque, a como dé lugar, las empleadas deben hacer coincidir las ventas con los remanentes en bodega; cualquier diferencia de los números del patrón -que por lo regular es hombre- será remunerada -seguramente- con el salario de las propias trabajadoras.
En esta atmósfera, Ariana López Soto (24 años), Carmen Selene Moreno Zazueta (36), Verónica Picos Bastidas (22), Claudia Yaneth Bernal Delgado (25), Rosa Imelda Félix Gamboa y Karla Judith González Zapata, vivieron sus últimas horas mientras las consumía el incendio en la bodega, presuntamente provocado por un corto circuito. Ahí adentro, ellas llamaron a sus familiares, solicitaron ayuda; los bomberos acudieron al llamado pero las condiciones de encierro con cortinas de acero y candados puestos por fuera, hicieron imposible al cuerpo de rescate el sacarlas con vida. La empresa de la familia multimillonaria Coppel -que han llegado a cotizar en la Bolsa de Valores- limitó su responsabilidad a indemnizar económicamente a las familias de las mujeres y los nueve huérfanos que dejaron. Como si una cantidad de dinero repusiera la vida y lo que representa una madre para un hijo o hija, o para un bebé de 45 días de nacido.
Información obtenida del periódico El Universal.
Como si se tratara de un asunto de caridad y no una responsabilidad judicial lo que esta compañía debía haber pagado.
Así como ellas, muchas mujeres trabajan en condiciones de precariedad laboral, sin derechos y sin una institución que las proteja; mujeres que trabajan de noche en los almacenes, como cajeras, acomodadoras, realizando labores de limpieza. No es muy difícil suponer que están ahí no para desarrollar su potencialidad como empleadas, sino por necesidad económica, para sostenerse a sí mismas y sus familias.
También se encuentran trabajando en condiciones precarias las mujeres que realizan dobles jornadas laborales: la del trabajo fuera y el trabajo de la casa. Las madres que trabajan fuera de casa no tienen retribución por las labores domésticas y de cuidados que realizan y que son las que permiten que los otros miembros de la familia tengan un lugar digno para vivir.
Otras mujeres que se encuentran en precariedad laboral son las que están contratadas bajo los esquemas de outsourcing, ya que en este esquema no se cuenta con ninguna prestación laboral, se trabaja solo un tiempo determinado y no se consigue ni siquiera una antigüedad reconocida por la empresa o institución donde se labora, es decir, es como si dicho trabajo no existiera.
Como si no fuera suficiente, las mujeres tenemos que sobrevivir todos los días al acoso callejero, al acoso laboral, a las burlas constantes en las redes sociales, a la violencia doméstica y la inseguridad de las calles. En definitiva, ser mujer en en México es un acto de resistencia.
Mi experiencia en el trabajo precarizado
Y es que no hay para dónde pueda moverme, de dónde escoger. Cada trabajo al que aspire o que obtenga está sujeto al nulo respeto a los derechos laborales, a pesar de que movimientos de mujeres y hombres que me preceden lucharon y murieron por ellos. Al parecer, la precariedad laboral es la condición que corresponde a mi generación.
El pasado 2019 varios de los proyectos educativos en los que he laborado se vieron afectados en su presupuesto debido al cambio de administración y a la austeridad que se pregona desde el nivel ejecutivo de gobierno.
El Bachillerato Digital del Gobierno de la Ciudad de México suspendió sus actividades el 28 de diciembre de 2018, a manera de mala broma para la plantilla de más de 100 docentes y 1500 estudiantes inscritos. Cabe destacar que bajo las direcciones de Mario Delgado y Mara Robles en la Secretaría de Educación del Gobierno del Distrito Federal, en los gobiernos de Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera, este proyecto educativo fue limitado de recursos hasta casi su extinción. En enero de 2019 los profesores y estudiantes de este sistema nos manifestamos en contra de las suspensión de actividades y exigimos la apertura inmediata de las clases. Este programa educativo representaba la superación personal, laboral y académica para hombres y mujeres de la Ciudad de México que, en ese momento, se encontraban en la incertidumbre de saber si el esfuerzo que habían puesto en sus estudios iba a ser desechado. Las autoridades provisionales de ese entonces no daban una respuesta clara a las dudas de estudiantes sin escuela y docentes sin clases; por ello, decidimos visibilizar nuestra demanda en los medios de comunicación. A finales de enero se nos entrevistó en el canal 6, a cuatro maestras y un maestro, quienes dimos a conocer la situación a la ciudadanía.
No más de quince minutos después de haberse emitido la entrevista en el canal de tv abierta, recibí una llamada de un funcionario de apellido Cervantes quien me pedía “platicar en su oficina sobre lo que yo había dicho en la entrevista” (esta misma llamada la recibieron los otros colegas que participaron en la emisión). Los oficios, los correos y las llamadas a la instancia no recibieron respuesta, pero las palabras de cuatro maestras y un maestro, señalando las malas prácticas de la SECTEI en la televisión pública, llamaron más su atención.
Esa llamada la interpreté como una especie de intimidación. Afortunadamente, la mayoría de los docentes nos unimos para acudir en grupo a la oficina del funcionario, expresar nuestra inconformidad y exigir que se mejorara la situación del programa educativo y la laboral.
Una vez que se reanudaron las actividades y se les aseguró el trabajo a la mayoría de los docentes (a pesar de que algunos fueron despedidos sin justificación), la energía de los docentes unidos se dispersó y no se pudo continuar levantando la voz sobre la injusticia laboral que permea en esa institución.
Al mismo tiempo, en la Prepa en Línea de la SEP, los docentes en línea vivíamos una situación similar. Solo que acá miles de profesores y profesoras y más de 140 mil estudiantes fuimos los afectados. Los profesores seguíamos trabajando sin recibir pagos oportunos, sin contrato y sin tener clara nuestra continuidad porque aún no se había licitado la empresa intermediara que nos contrataría. Fue hasta los meses de junio y julio que se pudo contar con el recurso para que se retribuyera económicamente el trabajo de los docentes. Cabe señalar que esto se consiguió, en gran medida, por la presión que los profesores y estudiantes realizaron en los medios masivos de comunicación.
El trabajo de docente en línea es tan o más exigente que la docencia presencial. Se exige un número de horas laborales semanales, seguimiento personalizado a los estudiantes en grupos de entre 30 y 100 personas, trabajo en sábado y domingo, no hay vacaciones ni se genera ningún tipo de vínculo laboral con la institución y aún así, los profesores y profesoras laboramos en estas condiciones por verdadera vocación y por necesidad económica. Las instituciones suelen llamar la retribución a esta labor un “ahorro” porque el pago se recibirá mucho después de haber concluido un curso. Sin contar con que cada año la retribución es menor, pues este trabajo no está sujeto a ajustes de los salarios mínimos ni por la inflación.
Hacia finales del 2019, la Prepa en Línea de la SEP estuvo a punto de desaparecer. Ya que el presupuesto asignado para 2020 era de tan solo 6 millones de pesos. De ninguna manera esta cifra podría sostener las actividades del programa educativo ni una semana. Nuevamente un grupo de docentes y trabajadores de la Prepa en Línea de la SEP y miles de estudiantes de todos los estados de la república, alzamos la voz para defender el derecho a la educación y el derecho al trabajo. Otra vez, gracias a la movilización en plantones fuera del Palacio Nacional, manifestaciones en la Cámara de Diputados, entrevistas, videos virales, mensajes masivos de estudiantes y que uno de ellos entró a la mañanera a preguntar al presidente sobre la continuidad del programa educativo, fue como se logró llamar la atención de las autoridades y el poder legislativo, para conseguir que se asignaran los recursos necesarios para que la Prepa en Línea SEP siguiera operando en este 2020.
A pesar de que tanto en los medios masivos como en los oficios y reuniones con las autoridades se manifestó la inconformidad por las condiciones laborales que padecemos las y los docentes en línea, hasta la fecha no ha habido una atención o mejora en este rubro. Las autoridades no se comprometen a mejorar las condiciones laborales de miles de docentes, al contrario: disminuyen las contrataciones, el trabajo de las y los docentes es poco valorado, castigado e incluso invisibilizado, pues, que yo sepa, ninguno de nosotros las y los docentes, contamos con un reconocimiento, constancia documento que acredite nuestra experiencia como docentes de Prepa en Línea de la SEP. Son miles de horas trabajadas y puestas al servicio de nuestro país que no se quieren ver.
Quizá las injusticias laborales que vivimos las docentes en línea no se comparan con las que vivieron las mujeres trabajadoras de los incendios de Nueva York o de Culiacán. No obstante, nosotras, las mujeres que trabajamos como docentes en línea, las mujeres que laboramos en el esquema de subcontratación, también estamos olvidadas, como aquellas mujeres trabajadoras. ¿Qué patrón respondería por nosotras si una noche nos quedamos encerradas en una bodega?
Drusila Torres Zúñiga
He sido profesora en línea del Bachillerato a Distancia de la UNAM, de la Prepa en línea de la SEP, del Bachillerato Digital del Gobierno de la Ciudad de México y profesora de asignatura de la UACM, instituciones en las que cientos de profesoras laboramos en esquemas precarizantes.
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